domingo, 6 de agosto de 2023

ENTREVISTA A LA ESCRITORA REMEI GONZÁLEZ MANZANERO

  REMEI GONZÁLEZ MANZANERO

"SOY POETA PORQUE ESTA ES MI MANERA DE DIGERIR LA REALIDAD Y TAMBIÉN DE ENTENDERLA."


REMEI GONZÁLEZ MANZANERO

Remei González Manzanero (Barcelona, 1990). Poeta y profesora de lengua. Graduada en Filología Hispánica, máster de Ciencia Cognitiva y Lenguaje y máster de Formación del Profesorado en la Universidad de Barcelona, donde actualmente prepara una tesis doctoral. Es profesora de instituto y ha trabajado como profesora asociada en la Universidad Autónoma de Barcelona y como profesora de español en la University of the Witwatersrand de Johannesburgo.

Como poeta, es autora de «La verdad que no vemos» (XVI Premio Águila de Poesía 2020, de Aguilar de Campoo), de «Habitantes de un paraíso minúsculo» (II Certamen de Poesía de La Equilibrista, 2020) y de «Desrealizaciones y certidumbres» (II Certamen Agustín Sánchez Rodrigo-Villa de Serradilla, 2022). También ha autoeditado los cuadernos de poesía «La confesión de la carne: desdenes del vacío» y «El mundo de las almohadas». El resto de su obra se encuentra diseminada en varias antologías y revistas y su próximo poemario, inédito por el momento, ha sido finalista en varios certámenes internacionales. En 2022, le fue otorgado el accésit en el XXXII Certamen Calamonte Joven por el poema «Besos».

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ENTREVISTA

 

En todo escritor(a) fluye una esencia invisible que hace visible en el corazón de sus lectores el amor por la lectura. ¿Cómo te definirías y cuál crees que es la esencia que deseas transmitir a tus lectores?

R. Soy poeta porque esta es mi manera de digerir la realidad y también de entenderla. La absorbo y vuelco con palabras lo que queda de todo ese proceso de introspección y extrospección. El resultado es lo que le entrego al lector: una especie de puente hacia lo que he explorado y que con suerte se convierte en un trampolín también hacia el interior de sí mismo. Casi todo lo que escribo gira en torno a la incertidumbre vital, al por qué y cómo existir y al amor, en todas sus facetas y fases. Al final, creo que lo que quiero transmitir a los lectores es el asombro que siento por la vida y a la vez su peso. 

En cada escritor(a) la musa creativa depende del lugar, el tiempo o estado de ánimo. ¿Cuál es tu sitio o momento preferido para crear? ¿Tienes alguna manía a la hora de escribir o leer?

Pensaba no tener manías hasta que me has hecho esta pregunta. Sí tengo varios rituales: cuando me siento a escribir en el escritorio siempre lo hago con la canción The time to run de Dexter Britain en bucle, después de encender un incienso. Según lo que esté escribiendo, luego cambio a unas canciones u otras  y siempre tengo a mano el diccionario de María Moliner y un diccionario de citas para cuando me quedo seca.

Antes de ello, tengo que haber cosechado unas cuantas ideas, que apunto en notas en el móvil o en cualquier libretilla, en cualquier lugar, y que van creciendo de forma orgánica hasta ir a parar a un eterno documento donde está todo lo que escribo.

Yo no escribo a tiempo completo, así que este es uno de los espacios de trabajo que tengo, pero lo cierto es que cuando me pongo a escribir detengo todo lo demás. No tengo una hora específica, pero he descubierto que el día que más me rinde es el lunes por la mañana. De hecho, me parece que hoy es lunes y que son las 11 de la mañana, ¿no?

En la actualidad las redes sociales son como el pan de cada día. ¿Cuál es tu opinión acerca del papel del escritor en este mundo digital?

Como todo, tiene su cara y su cruz. La parte positiva: el acceso a la lectura desde casa o cualquier lugar del mundo con el móvil, sin llevar la biblioteca a cuestas y de forma más o menos inmediata. Poder leer y seguir con facilidad lo que ocurre en muchos lugares del mundo, conocer a poetas y escritores de aquí y de allá a través de la pantalla, empaparse de lo que escriben los demás y también compartir muy fácilmente los proyectos en los que te vas embarcando; todo esto es maravilloso. Visibiliza además lo que ocurre y acerca la poesía a cualquier persona.  

La contrapartida: el exceso y la mezcla indiscriminada entre lo bueno y lo malo, entre lo que es poesía y lo que no lo es, entre lo que te resuena y lo que desearías no haber leído. Además, pareciera que sin redes sociales no existes, pero la correlación es errónea y lo demuestran escritores de primer nivel que viven y venden sin compartir en las redes. Yo me voy moviendo en las redes, pero tengo casi siempre el móvil en silencio y con las notificaciones desactivadas. 

Para escribir hay que amar la lectura o por lo menos considerarla parte de uno, todo esto es un síntoma de enriquecimiento a la hora de crear. ¿En tus tiempos libres lees algún libro? ¿Recomendarías alguno que hayas leído?

Aunque recomendar lecturas es difícil porque es muy personal, ya que cada cual va creando su itinerario lector propio, me quedo de todos modos con dos libros:  San Manuel Bueno, mártir, una breve novela de Unamuno que trata y, además, resuelve el conflicto entre el ansia de fe y el racionalismo y luego Largo lamento, de Pedro Salinas, un poemario póstumo de amor y memoria que plantea la superación del amor sensual tras el abandono en pro del espiritual.

Te imaginas estar en un universo acompañado de todos los escritores del mundo. ¿Con qué escritores te gustaría entablar una amena conversación? ¿Por qué?

Si pudiera, y refiriéndome a aquellos que ya no están, hablaría con Borges y con Antonio Machado. Eso sí, no sé si serían conversaciones amenas; en cualquier caso, seguro que fructíferas y con más escucha que habla por mi parte. Con Borges querría tratar largo y tendido el tema de la metaliteratura. A Antonio Machado, ahora mismo le pediría profundizar en qué quiso decir con “busca al tú que nunca es tuyo / ni puede serlo jamás” en uno de sus poemas apócrifos. Últimamente, lo estoy revisitando y leerlo es como volver a la casa de mi infancia. Quizás le preguntaría también en qué punto culminó el desdoblamiento del yo y desde dónde emprenderlo tras haberle leído. En fin, tengo muchas preguntas y además hablaría con muchas poetas también, pero Machado y Borges son los que me generan más cuestiones. 

Una pregunta regular y corriente, de cajón por decirlo, en la literatura sería: ¿El escritor nace o se hace? Desde el punto de vista personal, ¿Cuál sería tu opinión?

Es la pregunta del huevo o la gallina: ¿qué fue primero? La escritura está emparentada a partes iguales con la capacidad y con la experiencia. El poeta es un ser humano de carne y hueso con una sensibilidad concreta y que tiene la fortuna de poder explorar y explicar mediante la palabra aquello que necesite indagar y expresar. El poeta quizás nace, pero tiene que hacerse. No me imagino a un zapatero torpe, pues este suele tener de base habilidades manuales, una buena coordinación visiomotriz y también atención al detalle, pero no por ello puede dejar de desarrollar sus habilidades. Lo mismo para un poeta. ¿Sería yo poeta si tras mis primeros escritos, evidentemente malos pero que ya tenían tintes líricos, no hubiera seguido escribiendo? 

Cuando eres niño, muchas veces, miras a tu madre y a tu padre, y dices: “De grande quiero ser como ella o como él”. En tu deseo de ser escritor(a) qué autores fueron la inspiración para que se materialice en ti ese efecto creativo.

Pues, probablemente, yo no sería poeta si no me hubiera caído en las manos siendo aún una niña el ejemplar de las Poesías completas de Antonio Machado, en cuya portada (en la edición de Manuel Alvar) había un poema de Rubén Darío sobre Machado: Misterioso y silencioso / iba una y otra vez / su mirada era tan profunda / que apenas se podía ver. Me repetí esos versos hasta la saciedad y por ahí empecé. Entonces, yo solo escribía un diario, como hacen muchos niños, y el deseo era de leer, no de escribir. Lo cierto es que de pequeña nunca quise ser como nadie y hasta el día de hoy he querido ser como yo misma. Aun así, sí que pasa que en las primeras lecturas una imita a los autores, de tal modo que  en mis primeros escritos había mucho sobre todo de Bécquer y de Antonio Machado. Ya más adelante, leí sobre todo los clásicos hispánicos y acabé enamorándome de Largo lamento de Pedro Salinas.

Además, me parece importante mencionar que, más allá de las lecturas y los autores, que acaso me hubieran hecho ser una lectora ávida pero no necesariamente poeta, es a las maestras de mi escuela a quienes debo mi primera realidad de “yo de grande quiero ser escritora” y de la posibilidad del hecho de serlo: darme cuenta de que se puede y de que las escritoras son tan de carne y hueso que a veces van a los colegios a explicar qué es lo que hacen. 

Navegando en el mar de los recuerdos, podrías cerrar los ojos y retroceder en el tiempo para rememorar aquel primer contacto con la escritura. ¿Recuerdas cuál fue tu primer escrito: poema, relato u otra inspiración?

¡Sí me acuerdo, sí! Aunque son dos momentos que recuerdo de forma muy vaga, pero que evoco con cariño. Uno es con mi mejor amiga de la infancia, escribiendo a cuatro manos encerradas en el lavabo de mi casa, no recuerdo bien por qué. Nunca conservé el escrito y poco tiempo después regresó a su país natal y no supe mucho más. Pero me acuerdo de que soñábamos con escribir.

El otro recuerdo es medio amoroso medio poético y tiene que ver con una especie de poema escrito después de escaparme una madrugada para quedar con uno de mis primeros amoríos. Era un texto cursi que todavía conservo en un diario de aquellos con llavecita.

  

LA VERDAD QUE NO VEMOS


La “Verdad que no vemos”, una obra galardonada en el XVI premio Águila de poesía, es un trabajo cargado de mucho simbolismo que al ir ahondando en sus versos nos encamina por el sendero de las experiencias vividas en relación con uno mismo y con los demás. ¿Qué experiencias vividas crees que han influenciado tu obra?

Hay muchas vivencias de Barcelona contenidas en este breve poemario, que fue el primero que se publicó. No solo aparecen referencias a algunos espacios del centro de la ciudad, sino que tienen que ver con quien he sido ahí y con quienes he sido. Pero luego el simbolismo que da eje al poemario, los puentes, el poeta saltando desde el puente y que después se estrella hacia arriba, se fraguó en un viaje por los Balcanes. 

Entendemos que conocer la verdad es complejo. Sobre todo, cuando innumerables pensadores lo han intentado descifrar, sin llegar a un punto medio de entendimiento. ¿De tu obra “La Verdad que no vemos” quisiéramos saber o mejor dicho conocer esa verdad que encierran sus versos?

La noción de verdad que trato en el poemario es una verdad como algo compartido, solo alcanzada a través de la interacción entre personas, desde el diálogo cooperativo. Esta idea, sin embargo, se enraíza en la imposibilidad de alcanzar una verdad única, se alimenta de una visión cien por cien escéptica, pero intenta sortear o ir más allá de este escepticismo, que podría parecer algo triste, colocando la verdad en el “vasto espacio que media entre tú y yo”, es decir, entre dos personas. A la vez es una verdad indescriptible, que no se puede narrar más allá que a partir de pequeños fragmentos, fragmentos que luego son muchos de los poemas del libro. Esa verdad que es ahondar en el misterio desde una realidad compartida e íntima.

Quiero darme la licencia, con tu permiso, de imaginar aquel puente otomano sobre el río Neretva: su forma, su simetría, sus arcos perfectos. ¿Crees que cruzarlo, de manera simbólica, es ir aprendiendo de las vivencias que nos ofrece la vida para llegar a una verdad?

Pues es curioso, pero ese poema lo escribí después de cruzar el puente, pero no desde el otro lado, sino desde la orilla del río que pasa por debajo, viéndolo desde allí. De hecho, creo que en lugar de cruzarlo, deberíamos hablar de saltar del puente al río, que es ahí la tradición y costumbre. Más aún, en realidad, el puente en el poema es un símbolo y a la vez la deconstrucción de ese mismo símbolo. La palabra “símbolo” remite etimológicamente a “lanzar” y a “juntar”, que es lo que está a punto de hacer el poeta desde la barandilla.

He navegado sobre el océano poético de tu obra y una en especial ha hecho que me detenga en su puerto. PRIMUM VIVERE DEINDE SCRĪBERE. En aquel diálogo entre Babieca y Rocinante, de manera irónica, hacen del juego de palabras una representación meditativa y filosófica. ¿Crees que influye en algo la poesía metafísica sobre las líneas de tus versos?

Seguro que sí. Centrándome solo en este poema encabezado por la cita entre los dos caballos, el título, que está basado en la cita latina de “primero vivir, después filosofar”, ya invita a la reflexión entre vida y escritura. ¿Vivir primero antes de escribir y no caer en abstracciones vacuas que escapan de tener los pies en el suelo? El poema admite no tener más remedio que hacerse preguntas y también la dificultad de hacerse oír y acaba equiparando vida y escritura con en lugar de “después escribir”, “después volver a vivir”. Escribir es vivir dos veces. ¡No sé si con esto respondo a tu pregunta!

En tu obra, no solo se indaga en la verdad, tratando de amalgamar la relación entre uno mismo con respecto a los demás, usas para ello símbolos como, por ejemplo: puentes, o experiencias cargadas de caídas, violencias… ¿En el contexto de la condición humana, crees que muchas veces se esconde esa verdad que expresas en tus versos?

A menudo, sí. Hay realidades que son incómodas, como las que trato en “Mandíbulas de violencia” y en “Precipicio vertical”. Aquí ya hablamos de verdades distintas de la noción de verdad compartida que comentaba antes, estamos tratando con hechos dolorosos que muchas veces se convierten en tabúes y que es necesario visibilizar, sea con la poesía o con cualquier herramienta o mecanismo al alcance. No podemos vivir con los ojos cerrados ni quedarnos impasibles ante la violencia. Las caídas y puentes en este poemario sí son metafóricas, pero cuando trato de violencias, es literal.

 

HABITANTES DE UN PARAÍSO MINÚSCULO

 


La obra “Habitantes de un Paraíso Minúsculo” se premió en el II Certamen de Poesía La Equilibrista. Los galardones suelen brindar un reconocimiento y una sensación de conectividad con su audiencia. Por tanto, ¿qué experiencia crees que ofrece tu trabajo a sus lectores y en lo personal qué satisfacciones te ha proporcionado ser ganadora?

La experiencia poética, ni más ni menos, o al menos la mía propia. Al final, lo que doy es lo que tengo y lo que soy. Los premios son otra cosa, pero posibilitan hacer llegar esa experiencia a muchos más lectores y compartir mi poesía con quienes ya de por sí me leían como si de una celebración se tratara. En lo personal, los premios me han ayudado a valorarme, a calibrar la calidad de lo que escribo, y sobre todo, más importante, me han brindado interactuar y conversar con muchas personas que de otro modo quizás jamás hubiera conocido, tanto lectores como poetas y escritores en general.  Es a través de la conversación como yo aprendo realmente.

Amar significa sentir algo profundo por alguien, nos suena aceptable; pero en cierto modo es insuficiente; ya que esta emoción es compleja. ¿Para Remei González Manzanero se hizo complicado entrelazar este sentimiento en cada verso de tus poemas?

Sí, aunque sí y no. La poesía sirvió para canalizar lo que iba viviendo durante la experiencia amorosa que sucede en el poemario, pero a la vez este va mucho más allá de esta, la excede, y trata sobre el amor en general y sobre esa experiencia transmutada en poesía. Si escribí estos poemas que oscilan entre certeza e incertidumbre, confianza y miedo, la derrota y la persistencia, etc., es porque atravesaba en mi vida por estos vaivenes. La idea de que amar es para valientes y que a la par su completud es inalcanzable es algo que está en todo el poemario. 

Se nota en tus poemas que experimentas con las emociones, a través de una compleja palabra que denominamos AMOR. ¿Cuándo escribiste este poemario, incluiste alguna experiencia personal que haya enriquecido tu obra, haciéndola, por decir, más íntima?

La experiencia amorosa del poemario tiene un correlato real, claro que luego reestructuré el poemario y los poemas transforman lo vivido. La obra gira en torno al “yo”, al “tú” y al “nosotros”, pero con el tiempo, aunque amo este poemario, me he dado cuenta de que en el mundo real es un libro de amor escrito desde el “yo” y no podría ser de otra manera. Esto es lo que más me ha costado comprender y aceptar, que el poemario solo lo puedes escribir desde ti misma, como también la experiencia amorosa es individual y subjetiva, aunque se comparta con alguien ese camino. Es como si me hubiera dejado al “tú” verdadero por el camino, en la dedicatoria y en el “tú” lírico, y luego existiera otro ”tú” real que poco tiene que ver con el del libro. 

 

DESREALIZACIONES Y CERTIDUMBRES

 


La obra “Desrealizaciones y Certidumbres” recibió el 2º premio de poesía en el II Certamen Agustín Sánchez Rodrigo-Villa de Serradilla. ¿En lo personal, este galardón que representa para Remei, intuyendo que cada distinción se puede recibir de manera diferente en lo que concierne a lo emocional?

Has dado en el clavo con esta pregunta, este poemario y el premio son muy distintos a los dos anteriores, especialmente porque estos poemas los había escrito en muchos lugares y épocas distintas, pero muchos de ellos no me había atrevido a compartirlos hasta el año pasado. Supuso un desprendimiento, soltarlos al quedar publicados y sobre todo enfrentarme a ellos.  

Personajes como Jean-Paul Sartre, André Malraux, entre otros, han explorado, en sus obras, sobre la condición humana: la soledad, la adversidad o quizás la trascendencia. ¿En tu obra “Desrealizaciones y Certidumbres” intentas indagar para profundizar sobre esos aspectos de la condición humana?

Sí, especialmente la trascendencia. Lo que trata el poemario, particularmente, es la percepción de la realidad y concretamente la sensación de extrañeza que a veces podemos sentir como seres humanos en la realidad que nos circunda o en nosotros mismos. Esto es lo que se llama una desrealización y defiendo, si es que se puede decir así, la idea de que lo único capaz de trascender la desrealidad es precisamente la realidad, la certidumbre que la pone en valor. 

En tus poemas haces referencia, entre otras cosas, a la muerte: “Para vivir, yo quiero cielo, muerte, sangre, …” (Irrupción), “Morir es noticia solo si se da la ocurrencia de los astros, …” (Cuestión de Tiempo). Muchas veces se tiene la percepción de que nos persigue la muerte y sabemos que la única certeza que tenemos es que vamos a morir. ¿Qué desrealizaciones y qué certezas sobre la muerte nos da Remei González Manzanero en su obra?

Sobre todo, certezas, de hecho, la muerte aparece prácticamente solo en la segunda parte del poemario, que es la de las “Certidumbres”. La muerte queda retratada, dicho llanamente, con las siguientes ideas: que todos moriremos, que aunque muramos acompañados nos morimos solos y que la existencia en la vida habrá sido algo vana. Esto último es un poco gongorino... Aparece también la muerte muy en relación con el sueño: “Soñé la noche siguiente que, por soñar / que soñaba un sueño en el que moría, / moría realmente, / en el sueño”. 


OTROS LIBROS DE LA AUTORA:




Muestra poética

 

Viejo puente otomano

Un poema es un puente otomano que conduce al poema siguiente,
que retorna a las ciudades viejas
donde ocurrieron las batallas más sangrientas
y salva geográficamente las pequeñas distancias del alma.

En sus arcos perfectos se apoyan metáforas, metonimias
y otros hechos salvajes,
ondea el río viendo la arcada lejana desde abajo
y al poner el poeta los pies sobre la baranda
sabe que la distancia de sus rodillas hasta el río Neretva
no tiene en realidad importancia.

(De «La verdad que no vemos»,
XVI Premio Águila de Poesía 2020).

 

Precipicio vertical

Hace tiempo que se la tragó la vida,
la miro vertical hecha precipicio
tratando de arañar
cumbres intactas,
borrones de esperanza.

La veo ahí a un tiempo
reclinada y derrotada
en ese sofá azul
eterno de familia,
y siento una pena pequeña
y horizontal
tratando de arañar
sus cumbres intactas,
borrones de esperanza.

Pero no sirve de nada:
ella siempre será pequeña
y su miedo, vertical.

(De «La verdad que no vemos»,
XVI Premio Águila de Poesía 2020).

 

 

Desrealizacion de distancia

I couldn’t enter in the moment, feel anything.

Corazón hecho de distancia,
los brazos, de nube,
en austera tristeza
mirarse en el lago verdoso de las dudas
y no verse,
desreconocerse extrañada,
atisbar la sombra de los demás,
opaca y forjada de distancia,
la tuya escapó de lo que fuiste,
y no poder entrar en el momento,
sentir nada.

(De «Desrealizaciones y certidumbres»,
2.º Premio II Certamen Agustín Sánchez Rodrigo-Villa de Serradilla).

 

 

Razones

Tan pretérito tú

cuán perfecta yo

me mantengo en esta

línea de poseer la razón

y seguir estando siempre

tan equivocada.

 

(De «Habitantes de un paraíso minúsculo»,
II Premio La Equilibrista).

 

 

Procesos verbales

Nacer de un infinitivo,

instalarnos en un gerundio

y de vuelta al precipicio:

el participio.

(De «Habitantes de un paraíso minúsculo»,
II Premio La Equilibrista).


 

Correr el velo

Corrí

las persianas azules de la siesta

sobre el oasis del jardín.

Jaime Torres Bodet

 

Regálame, cariño,

un verbo polisémico

corramos

el velo con las yemas.

 

Armémonos.

 

Y al final solo dime

que empiece la reunión

de las bestias. 

(De «Habitantes de un paraíso minúsculo»,
II Premio La Equilibrista).

 

 

Poema catorce sin ti pero contigo


Porque el amor es simplemente eso:

la forma del comienzo

tercamente escondida

detrás de los finales.

Roberto Juarroz

 

No es fácil explicarlo:

no es un corazón rojo

del que asirse en las noches,

soltar un globo azul en una playa de agosto,

permanecer con el cuerpo

en las nubes opacas de la ausencia.

 

No será llorar madrugadas

soñar con darte la mano en el parque

de una noche violácea y torpe.

 

Este llevarte siempre dentro,

esta imagen tan difusa tan extraña

tan diáfana en instantes de arena con sangre arremolinada,

lamer la oscuridad de los párpados por dentro

me acompaña a todos los lugares

todos los caminos

encrucijadas,

a todas las llegadas.

 

Esto es amor:

llegar contigo

donde estés

directos cabalgando

para la muerte.

 

(De «Habitantes de un paraíso minúsculo»,
II Premio La Equilibrista).




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Por último, luego de un buen aperitivo poético, nuestra entrevistada nos completa el menú con un consistente alimento para el alma, su obra DESREALIZACIONES Y CERTIDUMBRES. Excelente regalo para nuestros lectores ¡Disfrútenlo!








Agradecimiento a la escritora REMEI GONZÁLEZ MANZANERO.

Una entrevista de LÁPIZ ANDANTE 


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