jueves, 15 de marzo de 2018

RELATO: "SUEÑOS PROFUNDOS"

"SUEÑOS PROFUNDOS" 



Al comienzo sentí temor por algunas cosas extrañas que iba percibiendo al dormir. Una noche muy sosegada sé que comenzó. 
La cena que preparó mamá estuvo deliciosa. Las tareas del colegio, menos mal, las había adelantado. El sueño me vencía. Hacía mucho frío y me abrigué en la cama con unas frazadas riquísimas de lana. Pensaba en las cosas bonitas que hice durante el día. Y así, me entregué a los brazos de un tal Morfeo. Sin siquiera notarlo, desperté en un lugar extraño, me hice dueño de la oscura habitación. Mi respiración la escuchaba lenta y gratificante. De repente observé algo extraño, como si mi cuerpo no pesara, era como una pluma entregada al vaivén del viento. Sin voluntad ¿Qué raro? pensé…

   Así, cada noche era un sinfín de sensaciones nuevas. Unas veces con miedo; otras, un tanto más serenas. Con el paso del tiempo iba mejorando mi control; hasta que una vez, mientras sentía flotar mi cuerpo giré y como daga penetrante en el alma me vi dormido en la cama. Ajeno a lo que sucedía, un escalofrío me sacudió y como si algo me succionara me devolvió a la realidad. Sobresaltado me incorporé, casi ahogándome. Mi madre se percato y acariciando mi sudoso rostro, a la vera de la cama, me preguntó lo que me acontecía. En mi poco conocimiento, simplemente, manifesté que no era nada una simple pesadilla.

   Una y otra vez se repetían estas raras emociones. Logré disfrutar viendo mi cuerpo reposar tranquilamente. Quise ir más allá hasta encontrarme en lugares conocidos, alejados del lugar donde residía. Veía calles iluminadas con poca luz, de mi infancia. Era como volar libremente por aquellos sitios del pasado. Escudriñando, palmo a palmo, sin ver gente alguna. En otra oportunidad me detuve en lo más alto de un edificio y solté mi cuerpo al vacío, la velocidad con que me precipitaba era tan real. No tenía miedo. Casi al llegar al suelo me detuve de golpe y mis ojos se encontraban a escasos centímetros del suelo. Era increíble.

   Años más tarde, en mi adolescencia, el amor había llenado mi corazón; aunque de manera platónica, con la hermosura de una joven llamada Vivian. No lograba comprender por qué no era capaz de decirle mis sentimientos. Hasta que un día me decidí. Lastimosamente fue tarde, ella había marchado con su familia lejos. No me sabían dar razón de ella. Que contrariedad.

   Una noche mi alma viajo nuevamente por rumbos extraños, desconocidos y pude llegar a una casa cerca de una playa. Observe una dirección que pude recordar al despertar, aquella mañana de verano. No le tome atención.

   Un día conversando con unos amigos. Ellos me dieron una dirección para poder encontrar a Vivian y como cosa rara del destino, esta era la misma que había visto en unos de mis viajes mientras dormía. Pero, de aquello habían pasado muchos años y la pasión se había esfumado. Así como aparecieron estas sensaciones una noche sosegada, desaparecieron sin dejar huella alguna.


JOSÉ VÁSQUEZ

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