domingo, 26 de mayo de 2019

GANADOR DEL XIX CONCURSO DE TANATOCUENTOS (España)

‘Palabras secretas’ del profesor riojano Héctor Alarcia gana la XIX edición del Concurso de Tanatocuentos




En la fotografía, todos los miembros del jurado el pasado 25 de abril, tras la deliberación.

El relato “Palabras secretas” ha sido el texto ganador de la XIX edición del Concurso de Tanatocuentos que organiza la revista Adiós Cultural y patrocina Funespaña con un premio de 1.500 euros.

El cuento ganador está firmado por Héctor Alarcia Ventas, profesor de lengua inglesa en Logroño (La Rioja) y nacido en 1978.

Como finalista, el jurado que se reunió en la tarde del día 25 de abril decidió reconocer como finalista al cuento titulado “De pájaros y árboles” firmado por Sol García Herreros, ganadora de este mismo concurso en 2016.

El jurado decidió premiar el cuento “Palabras secretas” porque “tienen una estructura muy sólida, muy sostenida durante todo el relato y que además  se ajusta muy bien a la temática y las bases de la convocatoria”.

El jurado de la XVIII edición del Concurso de Tanatocuentos ha estado compuesto este año por Pilar García Moutón, profesora de investigación del CSIC y vicerrectora de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo; Mercedes Sanz de Andrés, profesora de Arte en la Universidad de Valladolid y experta en Iconografía funeraria; Carlos Santos, periodista y filólogo; Emiliano Cascos, redactor jefe de La Razón, José Vicente Aparicio, subdirector general de Funespaña, Nieves Concostrina, periodista y escritora y Jesús Pozo, director de Adiós Cultural y presidente de Fundación Inquietarte. Actuó como secretaria del jurado, Isabel Montes, coordinadora de Adiós Cultural.



Adiós Cultural, una vez dado a conocer el premio, solicita al ganador una explicación sobre su cuento y el por qué lo ha presentado a nuestro concurso.

Este es el texto que nos ha remitido el autor ganador este año, Héctor Alarcia Ventas.

“Respecto a mi currículum literario se limita a un cuento que escribí a los diez años sobre un astronauta que buscaba un jamón en la luna y que ganó un concurso en mi colegio ( un sólo ejemplar en casa de mis padres), historias sin sentido escritas a dúo con mi mujer cuando aún era mi novia ( conservadas en un cuaderno de anillas en mi estudio), cartas (sí, cartas en papel antes del facebook y el e-mail) a mis amigos que fueron a estudiar a universidades en otras ciudades y que eran un compendio de la filosofía del absurdo y un cuento sobre dos  hermanitos dinosaurios, Sara y Saurio, donado a la clase de infantil de mi hijo. ( Allí sigue el único ejemplar).
Podéis comprobar que siempre he escrito pero siempre a un nivel muy familiar.
En este caso y con mi cuento, nada ha cambiado. Para mí fue muy sencillo escribir esta historia porque casi todo lo que cuento es cierto, son vivencias y emociones que he tenido en mi vida real. Tal vez la mayor diferencia haya sido usar una voz más infantil, ya que cuando perdí a mis abuelos yo ya tenía 20 años ( un niño, ahora que lo pienso ). Sin embargo tampoco eso me resultó complicado porque creo que cuando hablamos de nuestros abuelos, es siempre con la voz de un niño. Los abuelos son el símbolo máximo de la niñez y el hilo conductor de tantas historias. Por ese motivo, porque la pérdida de un abuelo es también un pequeño adiós al niño que siempre somos en el fondo y para la mayoría la primera vez en la que es necesario gestionar el dolor de una pérdida, cuando vi el anuncio de este certamen me decidí a escribir el cuento, a contar su historia y hacerles un homenaje”.


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