«Te conviertes en escritor porque amas las historias y les entregas tu
vida»
El autor, un auténtico fenómeno de masas en el ámbito editorial, estará esta tarde en Santander. / VIRGINIA CARRASCO
El narrador madrileño presenta hoy su última novela, 'Loba Negra', en Librería Estvdio de la calle Burgos
- Es una palabra bonita teniendo en cuenta que…
- ¿Que mato gente?
- Exacto, que mata gente, y de qué manera.
- Sí, pero no solo. Escribo también para niños de 7 años y en esos libros muere muy poca gente torturada. Lo realmente importante es una sensación muy difícil de atesorar, quizá Antonia conozca alguna palabra para esto. Cuando estás en la cama muerto de sueño, pero no puedes dejar de leer, que en malayo sería una cosa muy concreta de tres sílabas, esa sensación es impagable. O tener despiertos a tus hijos porque les estás contando una historia.
- Utiliza frases cortas, no se extiende en la adjetivación, ni adorna sus textos con subordinadas. Hasta que llegan las víctimas. Ahí se recrea.
- Lo hago con alegría y la ayuda de los expertos. Los personajes suelen ser muy molestos. A un bebé que llora a las tres de la mañana y te destroza la vida, no le puedes tirar por la ventana, pero a ese personaje odioso sí. Es muy gracioso y divertido. La violencia en la ficción es catártica. Permite canalizar determinados miedos o fantasmas de una forma absolutamente inocua. Obviamente, eso requiere mucho esfuerzo y hablar con las personas adecuadas.
- El Niño de Elche decía hace un par de días, que siempre que se mueva en el terreno del pensamiento, cualquier violencia es legítima.
- Es así. Si los videojuegos, por poner un ejemplo recurrente, son los culpables de que de pronto alguien llegue a un lugar y se ponga a matar, si crearan psicópatas, habría miles de ellos. 'Call Of duty' vende millones de copias. Las personalidades oscuras ligadas a la violencia se alimentan con productos que los demás consumimos de manera normal y sana. Pero es más fácil echar la culpa a algo que todo el mundo pueda tener en su casa, algo ajeno, para que los padres asustadizos puedan llevarse las manos a la cabeza sin asumir responsabilidades.
- Antonia Scott es un personaje vivo. Llegados a este punto de su historia, ¿las decisiones las toma ella o usted?
- Interesante planteamiento. Era un ser vivo antes de que pusiera su nombre en un papel. Esto no suele ocurrir con todos los personajes. Y pasa y no puedes hacer nada para evitarlo ni para controlarlo. Lo mismo con Jon Gutiérrez. Es alguien que estaba al lado de Antonia o delante de ella para protegerla. Hay personajes que existen y tienes que descubrirlos como los científicos a la materia oscura; por aproximación. Hay fuerzas gravitacionales que no podemos controlar.
- ¿Cuando sabe que existen inevitablemente?
- Hay que usar metáforas o analogías para explicar esto. Empieza a iluminarse su cara y de repente dices, no entiendo muy bien cómo pasa esto, pero piensas que tiene que ser así.
- Si tuviera que elegir un solo rasgo de cada uno de los personajes, ¿cuál sería?
- La gente cree que yo diría que de Antonia es la inteligencia por su descomunal coeficiente intelectual, pero su rasgo identificador es su valentía, hasta la insensatez. En Jon, no es su físico privilegiado, es su capacidad de amar. Eso hace posible que Antonia sea tan valiente durante tanto rato. Puedes volar si te tiras de muy alto, pero durante poco tiempo. Por eso hace falta alguien que te ayude a controlar el vuelo.
- ¿Usted pide consejo para dar sus propios saltos y lo aplica cuando lo recibe?
- Uno escucha a la gente que tienes alrededor, que están ahí por algo. Sirve para ganar seguridad. Yo elijo bien a quien le mando las cosas y no son quienes me van a decir que sí a todo. Necesito una respuesta auténtica. Que me trasladen de verdad lo que han sentido. Son muy pocas personas. Se cuentan con los dedos de una mano. Siempre sus opiniones son válidas. Hago caso en el 95%, sobre todo porque se piensan mucho lo que tienen que decir. Algo poco habitual, cuando todo el mundo habla por hablar sobre una obra literaria, artística o en general de todo. No termina un ministro una ley y ya estamos todo diciendo cómo va a fracasar. Sales de cine y tienes que contar al mundo lo que te ha parecido la película que acabas de ver.
Afirma, literalmente, que le «flipa» hablar con la gente. Se refiere
Juan Gómez Jurado (Madrid, 1977) a los cientos de personas que acuden a cada una de las presentaciones de sus libros. El último 'Loba negra' (Ediciones B, 2019) lleva semanas copando las primeras posiciones en las listas de los más vendidos. El madrileño, que la presenta hoy a las 19.00 horas en la librería Estvdio (calle Burgos), ha encontrado el punto justo para hacer de la novela negra española un fenómeno de masas.
- ¿Es, como dicen algunos, el mejor escritor de thriller de Europa?
- No, depende de a quién le preguntes
- ¿Le preocupa la respuesta a la pregunta sobre la calidad de sus novelas?
- Cuando tenía 27 o 28 años, se publicó mi primera novela en Estados Unidos y tuvo dos críticas casi antes del día de lanzamiento. Una de 'Quercus Review', diciendo que ojalá se me cayeran las manos. Y otra del US Today afirmando que marcaba un estándar de oro en el género. Todas las críticas son subjetivas y por tanto, irrelevantes. Solo me importa que el libro me guste a mí, que soy quien lo hago. Las demás decisiones no me pertenecen. Si hay miles de personas que agotan 27 ediciones es algo tan incontrolable…
- ¿Se para a pensar en lo desmesurado de esa cifra cuando hablamos de libros?
- Sí que lo es, pero en la práctica, son 400.000 libros. Son 400.000 veces que un ser humano ha elegido ese libro. Eso es inmensurable. No obedece a ningún control. Lo mejor es reaccionar de modo zen. Respirar y que el aire entre y salga. El éxito le pertenece a los lectores, no a ti. El fracaso sí que podría tener mucho más que ver conmigo.
- Ironizaba hace pocos días con que por fin aparecía en una importante cabecera nacional. ¿Se siente poco respetado por los medios?
- Llevo publicadas ocho novelas para adultos, otras tantas para niños, me han traducido a 40 idiomas, me han entrevistado en 40 medios menos en El País.
- ¿Por qué cree que ocurre?
- No sé por qué. Me hace gracia. Creo que solo Aznar tiene el mismo récord. Me resulta divertido. La editorial compró un especial de publicidad y por fin aparecí en su espacio.
- Sus libros están calando y recuperando el poder de generar curiosidad e interés por la lectura. ¿Se siente orgulloso?
- Parte de mi trabajo, muy importante y con la que me siento muy cómodo y me divierte mucho, es promocionar la lectura. No solo de mis libros, sino de todos. Te conviertes en escritor porque amas las historias, con una pasión tan grande que le entregas tu vida entera. Podría estar haciendo otros trabajos pero elegí este. No solo porque se me diera bien, sino porque lo amaba. Ese amor por las historias y la palabra escrita, tiene que ser el centro de tu existencia. El mayor premio no es una crítica en un periódico, sino cuando me escribe un lector y me dice que llevaba 20 años sin leer y ha vuelto a hacerlo gracias a mis libros. Eso me genera un escalofrío. No soy de premios, soy de encandilar.
- ¿Estamos condenados a opinar de todo sin saber?
- No, hemos elegido, de forma idiota, hacerle el juego a quien vive de nuestra relación inmediata a las cosas. Es tanto una red social como un dirigente político que nos pone una pancarta en esa misma red. En realidad, aquellos que quieren algo de nosotros, lo que hacen es reclamar de manera incluso negativa nuestra atención. Hay que preguntarse qué mentalidad vive dentro de ese ansia negativa de atención. Por eso reclamo tanto la reflexión.
- ¿Su labor como articulista se la toma de una forma diferente al largo proceso que supone una novela, es algo más ligero?
- Ni siquiera es más fácil; es distinto. Sobre todo porque cuando escribes en un periódico lo has hecho en un espacio de tiempo corto, de manera inevitable. Te lleva a tener más tensión y profesionalidad, sobre todo si se trata de temas de la actualidad o seres vivos y reales. No es tan preocupante cuando estás escribiendo una novela porque trabajas con un material distinto, que es la ficción. Y más auténtico. La gran diferencia es que en un artículo puedes juntar muchos datos ciertos y que estén arrojando una mentira, algo que puede ocurrir en un periódico, pero si juntas un montón de ficciones, como en la literatura, del otro lado puede emerger una verdad.
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