jueves, 20 de febrero de 2020

ROSSELLA DI PAOLO.

Rossella Di Paolo: “Escribir no es exhibirse, producir para tener likes”

“Sé que hay poetas que escriben un poema, lo terminan y lo cuelgan. Y de eso no se trata. Uno escribe porque se está buscando, para vertebrarse, para entender el mundo, a tus semejantes. Es una forma de vivir”, afirma la autora que fue reconocida Personalidad Meritoria de la Cultura.


Conversamos con la poeta Rossella Di Paolo. (Perú21/ Angela Ponce)

¿Cómo celebra una poeta sus 60 años? En el caso de Rossella di Paolo, sin mayores festejos: salir a comer pizza con su esposo. Antes ni siquiera le gustaba cumplir años. Ha pasado mucho desde que, después de leer todos los cuentos que le habían regalado, a sus 7 años, escribía historias que tenían como protagonistas a enanos, las cuales ilustraba y cosía ella misma para formar una colección de libros propios. El inicio de una carrera que se plasmaría en Prueba de galera (1985) o Piel alzada (1993), con los que ganó un lugar en la escena poética de esa época convulsa. Una forma de mirar que creció y que recientemente fue reconocida como Personalidad Meritoria de la Cultura por el ministerio de ese sector.
Me entrega La silla en el mar (2016), su última publicación. Poemas sobre personajes de Herman Melville, el clásico neoyorquino. “Este libro me salvó la vida”, dice. Para hablar de él, viajó a EE.UU. en 2018 y los síntomas del tumor benigno que alojaba silenciosamente en la sien izquierda se agudizaron. A su vuelta, pasó del aeropuerto a la clínica, de emergencia. Anestesia general, dos cirugías mayores y dos semanas que no recuerda. De ahí, resonancias magnéticas y recobrar preciados hábitos como andar en bicicleta y escribir.
¿Le temes a la muerte?, le pregunto. “Antes de mi tumor, sí. Después, menos. Será como esas dos semanas que estaba dopada...”, replica.
En su casa no hay timbre. Pactamos el encuentro por medio de e-mail. En medio de la conversación, llama un banco. Ella se queja e inmediatamente se ríe. Poeta del mar, del cuerpo y de la sutileza. La poeta que no usa celular.
¿Por qué no usas celular?
Lo detesto. Cuando veo a la gente metida ahí, grito: “¿Todo el mundo tiene que estar usando el celular?” (ríe). Están caminando frente al mar y mirando esto. Me agarra una cosa personal, como una ira.
¿La poesía sería lo opuesto a estar pegado a la pantalla?
Sí, es estar atrapado en una forma de ver el mundo, de hablar. Es alcanzar un estado de soledad, eso me parece lindo. Aunque con lo que me pasó, me replanteé eso. Fue importante para mí ver el cariño de mis amigos...
Y la poesía puede ser una pausa en estos tiempos de rapidez.
Pero es una pausa que te lanza a las cosas, no un oasis. Es una situación conflictuada, angustiante.
Mencionaste el mar. ¿Qué papel ocupa en tu obra?
Es fundamental. De niña bordeaba todo el malecón en bicicleta y llegaba a La Herradura. Es lindo ver un espacio en el que nada te detiene. Aquí te detiene un poste, un edificio, un cartel (ríe). En el mar vas y te lavas los ojos.
Hablemos de cómo cambió la sociedad pero en otro aspecto. Tienes unos versos: “Una mujer sola en Lima, / qué dirán, qué dirán, puta en cierne”.
Eso fue cuando me fui de casa en los 80, un poema muy personal. Tenía hasta tres trabajos y pude pagarme un cuarto. Además, la cosa machista...
¿Ahora qué cambios ves?
Me encanta ver a las mujeres empoderadas, pisando con más firmeza. Cuando yo me fui, mi mamá no quería que se supiera, como si fuera algo malo. Y yo tenía 24 años, no 13.
¿Cuando dices que pisan con más firmeza, te refieres también a la literatura?
Sí, en mi generación, llamada del 80, sorprendía que hubiera más mujeres. Nos llamaban para formar la mesa de las poetas (ríe). ¿Por qué distinguirnos así? Como si fueran baños, ‘poesía hecha por mujeres’… Nunca decían ‘poesía de hombres’.
Y en ese tiempo causaron sorpresa temas como el erotismo.
No lo esperaban, teníamos que ser las niñitas que solo hablaban de las rondas infantiles. Que una mujer hablara de su cuerpo, del erotismo, del placer, no era tema para nosotras…
¿Y ayudó a abrir los ojos de la sociedad?
Creo que sí, se hizo mucha publicidad, la cual no buscamos. Además, había más mujeres estudiando carreras, siendo médicas, ingenieras, no solo poetas.
Has dicho que “la poesía es un planeta de repuesto”. ¿Qué significa esa frase?
Es como una mochila de la que sacas tu aire, tu espacio, tu justificación para estar en este planeta.
¿Fue así durante la enfermedad?
No escribía en las semanas de las cirugías. Estaba ida, pero durante las resonancias no tuve problema. Hice artículos, participé en un libro de fotografía para niños...
Te han reconocido como Personalidad Meritoria de la Cultura. ¿Qué lugar ocupa la poesía en el panorama cultural?
Ha sido la hermana menor, pero no sé por qué. La poesía peruana es maravillosa, pero no hay espacios. No sé qué decirte. Cuando a uno le gusta algo, se lo busca, pero, claro, ¿y si no encuentra?
Y en esta época hiperconectada, ¿es incluso más marginal?
Sé que hay poetas que escriben un poema, lo terminan y lo cuelgan. Y están buscando los likes. Y de eso no se trata. No es exhibicionismo. Uno escribe porque se está buscando, para vertebrarse, para entender el mundo, a tus semejantes. Es una forma de vivir, no es escribir un producto, ponerlo en la vitrina y que todos te den like y se quede en eso.
¿Por qué es marginal?
Hay gente que le tiene miedo a ese lenguaje. Te mueve el mundo, te mueve el piso, le saca la vuelta a la realidad. Y para decir todo: el dolor, la injusticia. Tiene mucho más poder ese lenguaje.
En tu casa tenías prohibido ver TV de lunes a viernes. Con esto que dices de la mirada...
Pero en el fondo, agradezco eso porque leí mucho. Apenas llegaba de la escuela tiraba la maleta y me ponía a leer.
Si tuvieras la oportunidad, ¿qué le dirías a esa niña de 7 años que escribía cuentos?
Me siento contenta de que seguí, eso podía haberse perdido, algo o alguien siempre me protegió. En la época de las fiestas, yo veía más entre mis libros. No era la típica mujer que estudiaba y se casaba. Me alegra que esa pequeña haya continuado. Ella no sabía que iba a escribir. Luego se fue dando cuenta.
AUTOFICHA:
- “Nací el 3 de enero de 1960. Desde chica me gusta pintar. Hacía funciones de títeres para mis hermanos, hacía decorados con crayolas y cartulinas. Y a los 7 años escribía con lápiz y dibujaba. Escribía mis cuentitos”.
- “Y la poesía llegó a los 14 con un poema chiquito de Martín Adán en un afiche en el colegio. Fue una sensación increíble. Dije: ¿Se puede hacer eso, mover el mundo de una manera que no es la usual? La poesía tiene algo de ese espíritu adolescente. Hay que tener esa curiosidad. Luego estudié Literatura en la Católica”.
- “He escrito para la revista La Tortuga, revista alternativa hecha por mujeres. Empecé en el 88. He sido profesora por 35 años en academias, institutos y universidades. Voy a dictar un taller de creación poética en la Católica este semestre. Tengo poemas para un nuevo libro, pero aún nada orgánico”.

FUENTE:   

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